De imagen a tradición
Ya en su tercer cumpleaños, los niños se pusieron suéteres de snoopy y esperaron en el sofá la foto que ya querían ellos mismos tener. Sin duda que lo más maravilloso es que los más pequeños no se olvidaron de sostener el hermoso cartel de cumpleaños. Esto no fue una foto más, sino que fue el comienzo de una tradición pero con conciencia, y que continuaría hasta su cumpleaños número 33, ya que lamentablemente esa sería la última vez que los hermanos estén juntos.. Los niños parecían unos profesionales, sabían que tenían que hacer dos cosas en cada aniversario; mostrar el cartel de cumpleaños, y ubicarse en el mismo orden.