Y DE LA NADA…
Los siguientes días pasaron de forma incómoda y gris. La tienda no contaba con la misma vida y color que aquella mujer le daba cada día. Los números no subían y Agustín solo lograba sentir más culpa por haber tenido que enfrentar aquella situación.
Julia no volvió a aparecer, cumpliendo su palabra, aunque el día en que se fue afirmó que se las pagarían caro por haberla juzgado así, aún siendo una clienta habitual e inocente. Así fue como todo cambió radicalmente y nada parecía tener demasiado sentido ahora. El gerente solo parecía cada día más feliz de no tener que verle la cara a aquella mujer que solo caminaba.